Publicado en El Mundo/El Día de Baleares (primera parte y segunda parte) 31 de agosto de 2014.
En artículos anteriores PLIS. Educación, por favor detectó tres de los numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida y la inflación de asignaturas.
A continuación nos lanzamos al análisis de otro de los
males de la educación balear y de otras partes de España: la inmersión lingüística obligatoria, que resumimos en la siguiente
y sorprendente frase: para aplacar el hambre, o la sed, hay quien quiere
obligarnos a comer un camión y no las naranjas que transporta el camión.En artículos anteriores PLIS. Educación, por favor detectó tres de los numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida y la inflación de asignaturas.
No hace falta ser un sesudo pensador para saber que
“vehículo” significa ni más ni menos que “medio de transporte”, por ejemplo, un
camión, y que este medio jamás es más importante que la “mercancía” que
transporta, por ejemplo, unas toneladas de naranjas. Según las características
de la mercancía, la cantidad y el punto de destino, se elegirá un medio de
transporte u otro, elección que será tanto más eficaz cuanto más adecuado sea
el medio de transporte.
De la misma manera, en la enseñanza, una lengua
“vehicular”, una lengua camión, debe ser un medio para la transmisión de unos
conocimientos, procedimientos y habilidades, relacionados con las distintas
materias del currículo: matemáticas, filosofía, literatura, biología, física,
etc. Esta transmisión será tanto o más eficaz cuanto más adecuada sea la lengua
vehicular elegida, de entre las disponibles. En algunos casos será el catalán
el vehículo adecuado, en otros será el castellano, en otros será el inglés u
otro idioma. La elección debería estar guiada exclusivamente por argumentos
didácticos o por la libre elección de los padres, que no desean otra cosa que
el que su hijo “aprenda” conocimientos y habilidades.
Sin embargo, los defensores de la inmersión lingüística
siempre consideran el vehículo, la lengua camión, como un fin y no como un
medio. Es decir, que el sistema de enseñanza que diseñan está pensado no tanto
para aprender eficazmente matemáticas o filosofía sino para aprender
eficazmente el catalán, el vasco o el gallego. Utilizando el ejemplo anterior,
quieren obligar a los alumnos, y a sus familias, a quedarse con el camión, en
el caso de Baleares decorado con rayas amarillas y rojas, en vez de quedarse con
las naranjas.
¿Por qué razón los defensores de la inmersión convierten el
medio en fin? ¿Por qué no conocen el significado de “vehículo”?
Evidentemente lo hacen con toda la sangre fría. Lo hacen porque no les interesa la enseñanza sino la
ingeniería social. Lo importante no es que un chico (pensemos en un alumno
que proviene de un país de lengua española, o en un alumno de otra comunidad
autónoma, recién incorporados a nuestro sistema educativo, o en un alumno con
dificultades de aprendizaje) sepa matemáticas o filosofía, sino que ese chico
sea un “buen” chico, según los criterios políticos de turno. Por eso la
importancia de convertir el catalán o el vasco o el gallego en un fin de la
enseñanza, porque así ese niño que viene de fuera de nuestra Comunidad o ese
niño con problemas de aprendizaje aprenderán en vez de matemáticas o filosofía,
o siempre antes que matemáticas o filosofía, una “idea de la sociedad”, una
“nación”, “la pertenencia a una comunidad y no a otra”, o cualquier otro
“constructo político”.
Es por eso que PLIS. Educación, por favor
defiende los siguientes principios educativos, que deben inspirar medidas
educativas coherentes: a) de entre todas las lenguas existentes en una
sociedad, las autoridades reconocerán como lengua vehicular a aquélla o
aquéllas que sean más aptas para transmitir “mejor” los conocimientos,
habilidades; b) la lengua vehicular no tiene por qué coincidir únicamente con
una de las dos lenguas oficiales de Baleares, ni siquiera con las dos
oficiales; puede ser también lengua vehicular cualquier lengua; c) en edades
tempranas de los niños, la lengua que mejor sirve de vehículo para transmitir
los conocimientos, competencias y habilidades relacionadas con los
conocimientos es la materna o aquella que los padres, en el ejercicio de sus
derechos y libertad, y esto hay que subrayarlo, creen que es la adecuada; d) en
alumnos con problemas de aprendizaje y de lectoescritura, siempre la lengua
materna es el vehículo más apto; e) en alumnos de reciente incorporación y con
una lengua materna conocida y dominada por los profesores, la lengua materna es
siempre el vehículo más apto.
Por la misma razón, nos oponemos frontalmente a todas
aquellas medidas que ignoren y tergiversen el concepto de lengua vehicular, por
ser extravagantes y ajenas a lo educativo. Enumeramos algunas de ellas: a)
identificar lengua vehicular con lengua propia, histórica o de cohesión social;
b) considerar la lengua vehicular como medio único de cohesión social, ya que
la cohesión social no pertenece al campo conceptual de la lengua vehicular y
porque debe conseguirse por otros medios, entre ellos la convivencia entre
lenguas; c) convertir la lengua vehicular en seña de una identidad colectiva o
nacional; porque, aun en el caso improbable de que la lengua sea seña de
identidad de una nación, la identidad colectiva o nacional es ajena al concepto
de lengua vehicular de enseñanza; d) convertir a la administración en la única
parte interesada con potestad para determinar cuál es la lengua vehicular; ya
que el Estado no debe suplantar a los individuos, y menos en nombre de una
colectividad nacional.
En resumen, el hambre o la sed se aplacan comiendo
naranjas, no comiéndose un camión de rayas rojas y amarillas. Sobre todo, si
tenemos en cuenta que después del camión lingüístico se nos querrá introducir
dos camiones a rayas más, el camión de la cultura catalana y el camión de la
nación catalana.
Pero de estos dos camiones se hablará en otros artículos.