viernes, 11 de marzo de 2016

Los cambios que vienen

Verónica Álvarez
Conformar pruebas de nivel externas es un buen proceder que puede impulsar a los docentes que se aseguran de la asimilación de  la materia por parte de los alumnos que interpretan los contenidos de formas muy diferentes. Las evaluaciones externas son una forma clara que permite obtener resultados, que una vez incorporados por el profesorado, pueden abrir paso a realizar investigaciones metodológicas, proyectos de mejora, detección de errores, aportación de nuevos procesos de aprendizaje y muchos más aspectos que de otras formas aunque sean detectados por el profesorado de la materia, no tienen transcendencia más que la interna.

El vivir un entorno educativo más flexible implica cononocer los resultados de los contenidos consolidados por los alumnos, algo que demostrará que el sistema es lo suficientemente organizado y flexible como para incorporar mejoras que agilicen la transmision de resultados y procesos de aprendizaje.
La actividad de quienes desprecian estos métodos externos les lleva a configurar sus propias visiones reducidas de la realidad docente, haciendo indagaciones poco pertinentes para desfigurar la implicación de profesores que tienen alicientes marcadamente diferentes a los que buscan determinadas directivas de forma no consensuada y desmerecida, pues abocan al fracaso el prestigio docente a base de obtener resultados haciendo prácticas simples, además de demagógicas, partiendo de estadísticas e informes internos, en el mejor de los casos desvirtuados, fruto de rencores internos o disconformidades poco coherentes.
Los avances legislativos ponen en tela de juicio que el aparato administrativo de los centros tenga la última palabra en relación a la calidad de la enseñanza, a pesar de que el aumento de autonomía recaiga en que haya una visión ideologizada de la gestión interna de los centros de aprendizaje que revierte en una falta de legitimidad y buena gestión.
El aumento de la autonomía es un refuerzo que necesita ser revisado en más de un aspecto, pues las directivas gozan de un mayor margen de maniobra en la actualidad. Esto supone que para implicarse de forma fehaciente en el aumento de la calidad educativa, se debería proceder a la apertura del acceso a la capacidad de gestión de los centros, incluyendo también novedades que alteren los procedimientos de consolidación de directivas que no dan conformidad a unas mejoras que reviertan en la mejora de la calidad educativa.