martes, 17 de enero de 2017

En defensa de las evaluaciones externas, censales, nacionales y públicas

Julián Ruiz-Bravo Peña
Carlos Serra Martín

Miembros fundadores de la asociación de profesores PLIS. Educación, por favor

Diario de Mallorca, 17 de enero de 2017
No es la primera vez que PLIS. Educación, por favor defiende las evaluaciones externas para todos los alumnos al final de cada etapa educativa, contra el parecer de los sindicatos, de la asamblea de docentes, de FAPA, de los profesores, del Govern y de casi todos los partidos políticos. Todos ellos han intentando desprestigiarlas manipulando groseramente la historia y calificándolas de franquistas, cuando en realidad existen desde la ley Moyano de 1857 hasta, pasando por la segunda república, han leído bien, la segunda república, su eliminación por Franco, han leído bien, Franco, en 1970. También han pretendido, con la misma grosería intelectual, hacer creer que las evaluaciones externas no existen en los países desarrollados, cuando sucede justo lo contrario: en casi todos los países europeos hay evaluaciones externas censales, a veces reválidas, a veces no reválidas, al acabar la ESO y el Bachillerato.

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Hubo un momento en que, con la aprobación de la LOMCE, pareció que las evaluaciones externas censales, con carácter o no de reválida, iban a reimplantarse en España, volviéndonos a situar en la normalidad educativa europea. Pero al fin todo ha resultado ser un espejismo. Hace pocos días, para regocijo irresponsable de casi todo el mundo, se ha certificado su fin gracias al acuerdo entre el gobierno español actual y los principales partidos políticos: las evaluaciones externas censales han muerto.
Es decir, nos hemos quedado absolutamente solos, pues debemos de ser una de las pocas asociaciones de profesores, si no la única, que defiende con fervor las evaluaciones externas, censales y organizadas y publicadas por la administración central. Y las seguiremos defendiendo porque creemos en ellas.

Nuestro primer argumento tiene que ver con ese contrato que establecen los padres con el estado cuando deciden matricular a sus hijos en un determinado centro, un contrato que consiste en costear con sus impuestos, o con dinero propio, el funcionamiento del centro para recibir, a cambio, del mismo centro, formación científica y humanística. La única manera que tienen los padres de comprobar que los centros cumplen con su parte del contrato, y que no se dedican a sestear o a experimentos sociales o políticos, es por medio de unas evaluaciones externas que midan las destrezas humanísticas y científicas de sus hijos al final de una determinada etapa.
En segundo lugar, defendemos que la responsabilidad es el reverso recíproco de la autonomía. Sólo es justificable dotar a un centro de autonomía, para decidir las estrategias pedagógicas que permitan mejorar el aprendizaje, si a la vez se le exige que dé cuenta del resultado de esas estrategias, resultado que sólo puede conocerse mediante unas pruebas externas, reválidas o no, que midan las competencias humanísticas y científicas de los alumnos.
En tercer lugar, el sistema educativo necesita claridad en sus objetivos, más allá de la atolondrada mezcla actual de un poco de instrucción humanístico-científica con un poco de bondad ciudadana, de antirracismo, de antisexismo y de antimercado, más un poco de ecologismo, de pacifismo, de feminismo, de LGTBISMO y de solidaridad. Si existiera una evaluación externa al final de cada etapa que descansara en la asimilación de unos mínimos instructivos, los centros de enseñanza dejarían de jugar a ser ONGs para convertirse en aquello que les da sentido y los diferencia de entidades humanitarias: centros de formación humanística y científica.
Añadamos la transparencia exigible a todo organismo de la administración pública, que debe comunicar al ciudadano sus decisiones y el resultado de sus decisiones. No hay ninguna razón para exigir transparencia a una concejalía o consejería y excusarla en un centro escolar, ninguna razón para que los padres sigan permaneciendo en la ignorancia y no conozcan el verdadero nivel del centro escolar en que sus hijos están matriculados.
Finalmente, las evaluaciones externas, censales, organizadas y publicadas por la administración central evitarían que España tuviera, como ocurre ahora, que recurrir a pruebas internacionales, PISA-TIMMS-PIRLS, para conocer el nivel educativo de las distintas comunidades autónomas; impedirían que las administraciones autonómicas maquillaran resultados mediante pruebas propias con estándares propios; obligarían a los agentes educativos a ser diligentes, a los directores a ligar su cargo a los resultados obtenidos, a los departamentos didácticos a organizarse de forma más eficiente y a los profesores a formarse más y mejor y a perfeccionar sus estrategias didácticas; obstaculizarían la ambición de sindicatos y partidos políticos de seguir colonizando la administración como un instrumento de poder; y, finalmente, permitirían a los padres un conocimiento cabal del nivel de los centros y una elección más responsable.
¿Qué educación quiere nuestra asociación de profesores PLIS. Educación, por favor? Digámoslo de forma clara y concisa, aquella que responda sí a las preguntas que todo padre se hace cuando por primera vez acompaña a su hijo a la escuela, preguntas como "¿sabrá mi hijo en este centro escribir, leer y hablar correctamente, comprender lo oído y lo escrito, hacer determinados cálculos, interpretar un mapa, comprender las características de una determinada civilización, asimilar las leyes fundamentales que rigen la naturaleza, etc.?" Sí. Sí. Sí.