En dos artículos
anteriores hemos hablado de dos de los males de la educación española: la
ingeniería social y el dogma de la inclusión educativa. En este tercer artículo,
PLIS. Educación, por favor se propone abordar un tercer mal: el
todo cabe de la dispersión curricular.
Cuando uno mira por el agujero
de un caleidoscopio, se despliega ante el asombrado ojo un rico mosaico de
colores y figuras geométricas. El conjunto es brillante. Pero si el ojo intenta
distinguir los colores y cristalitos originarios se fatigará inútilmente.
Algo parecido sucede en la Educación Secundaria desde hace más de veinte años y
seguirá ocurriendo con la actual LOMCE. El número de asignaturas de cada curso
es espectacular, diez u once, un despliegue de todos los saberes; un
despliegue brillante con su lado oscuro.
Situémonos en la piel de un alumno de 12 ó 13 años recién incorporado a primero
de Educación Secundaria Obligatoria. Ha permanecido durante toda la Educación
Primaria, seis años, bajo la supervisión de un solo profesor y arropado por un
reducido número de maestros. De repente, se encuentra con diez u once
asignaturas impartidas por diez u once profesores distintos, cada asignatura importantísima,
cada asignatura con dos o tres exámenes trimestrales (¡de 20 a 33 exámenes en
un período de 60 días lectivos!), con deberes diarios, cada asignatura
interrumpida durante la semana por dos días en blanco….
A esto añadamos un demencial sistema de libros de texto que, por lo general,
acumulan en cada unidad didáctica (antiguamente llamadas “lecciones”) tres o
cuatro temas distintos que luego siguen desarrollándose en unidades didácticas
posteriores.
¿Tienen los alumnos de 12 y 13 años, y si nos apuran, de 14 y 15 años, la
capacidad y autonomía para orientarse en el laberinto de diez u once
asignaturas? La respuesta es no. ¿Es de extrañar, entonces, que en primero y
segundo de ESO se produzca el mayor índice de fracaso escolar de todo el
sistema educativo español, que abunden los alumnos “zombis” que, atónitos ante
un caleidoscopio incomprensible, deambulen por los pasillos y se limiten a
permanecer por obligación en los centros escolares a la espera de los
liberadores 16 años?
Y este panorama podría convertirse en un bosque maldito si las autoridades educativas hicieran caso a las propuestas de muchos pedagogos, intelectuales, psicólogos, profesionales de ONG, que abogan por incluir, además, en las aulas, asignaturas de cocina, de seguridad vial, de género, de alimentación saludable, de cine, de cooperación internacional, etc.
PLIS.
Educación, por favor quiere ofrecer propuestas claras, comprensibles y aplicables ¿Es
mucho pedir, y ésta es nuestra propuesta, reducir el currículo de la ESO a un
máximo de ocho asignaturas, seis de ellas (Matemáticas, Ciencias Naturales,
Ciencias Sociales, Lengua Catalana, Lengua Castellana e Inglés) de cuatro horas
semanales?
¿Es mucho pedir aplicar el sentido común en la educación?