domingo, 30 de noviembre de 2014

¿POR QUÉ NUESTROS ESTUDIANTES ESTÁN TAN MAL PREPARADOS? (7) CENTROS MENORES DE EDAD. LA FALTA DE AUTONOMÍA


Por Julián Ruiz-Bravo.   Asociación de profesores "PLIS. Educación por favor.  Carlos Serra, Olga Ballester.

Publicado por El Mundo/El Día de Baleares, 29 de noviembre de 2014. CENTROS MENORES DE EDAD

En artículos anteriores PLIS. Educación, por favor detectó seis de los numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida, la inflación de asignaturas y la triple inmersión lingüística, cultural y nacional catalanas.

En este artículo se abordará otro de los males: la falta de autonomía y liderazgo de los equipos directivos.


El sistema educativo español, durante las últimas décadas de imperio de la LOGSE-LOE, ha concebido los centros de enseñanza como entidades menores y dependientes de las autoridades educativas Los directores no han tenido nunca autonomía para establecer programas educativos, planes pedagógicos,  planes de mejora, organización de grupos flexibles, propuestas de especialización, etc.  Todo, absolutamente todo, ha estado marcado por los gobiernos. La contrapartida ha sido la falta de responsabilidad.

Una de las escenas más descorazonadoras, y repetidas cada trimestre de cada curso, tiene lugar en los claustros de profesores, cuando el equipo directivo expone las estadísticas de rendimiento académico de los alumnos por niveles y grupos. El bochorno de los profesores por los casi siempre malos resultados dura unos pocos minutos y da paso al olvido inmediato, sin análisis de las causas del fracaso ni propuestas de planes de mejora. Este bochorno y la misma inacción se repiten cada tres años, cuando se publican los demoledores informes PISA.

Sin embargo, a pesar de la inacción, poco más se puede hacer. Cuando los centros no tienen autonomía, tampoco tienen responsabilidad.

Urge un cambio en el sistema educativo, introducir la autonomía y, por ello, la responsabilidad. Todo profesional ha de responsabilizarse de su trabajo: un arquitecto de que la casa no se caiga, un mecánico de que la avería se solucione, un entrenador de que su equipo gane partidos; un profesor y el centro educativo, de que sus alumnos no fracasen y tengan éxito escolar. Si no lo consigue, los  padres habrán hecho una pésima inversión.

La LOMCE, aún pendiente de desarrollo normativo, ofrece el marco jurídico para que los directores ejerzan el liderazgo: se les proporciona una amplia autonomía. No sabemos cómo se desarrollará normativamente esta autonomía, pero la autonomía que defiende “PLIS. Educación, por favor” no supone independencia para cualquier cosa, exige neutralidad ideológica y debe desembocar en el objetivo fundamental de elevar los resultados, especialmente académicos, de los alumnos. Del equipo directivo dependerá la gestión educativa, los planes pedagógicos, los planes experimentales, las acciones de mejora, la composición de grupos, la flexibilización, los planes de atención a alumnos con necesidades y alumnos aventajados y, también, la organización de los recursos humanos; en resumen,  el éxito o fracaso escolar del centro. Algo muy distinto de lo que muchos directores de Baleares pretenden ahora, convertir los centros en plataformas ideológicas y nacionalistas.

El reto marea, produce vértigo. Pero si se quiere profesionalizar los centros, se ha de introducir el vértigo.

Los directores deben ya prepararse y centrarse en lo que importa: la mejora de los resultados y no el adoctrinamiento. “PLIS. Educación, por favor” sugiere varias actuaciones.

En primer lugar, se debe formar un equipo directivo que incluya a los jefes de departamento. El director ha de trasladar a los jefes de departamento que también ellos son responsables del éxito o fracaso escolar del centro; que deben participar en la elaboración de todos los planes; que han de  implementarlos departamentalmente; que han de conseguir que los profesores de cada departamento los apliquen en las aulas.

En segundo lugar, es más que conveniente que el director proponga una especialización del centro. No tiene sentido, por ejemplo, que todos los centros tengan que ser centros integrales, con un poco de ESO, un poco de bachillerato, un poco de formación profesional, con la consiguiente ineficiencia en la distribución de recursos materiales y humanos. Tal vez es conveniente que un centro se especialice en Bachillerato o en una  modalidad de Bachillerato, otro en ESO, otro en FP; otro, en contar con unidades selectas de atención a alumnos con necesidades especiales; otro, en unidades de atención a alumnos aventajados; otro en la formación de profesores en prácticas, etc.

En tercer lugar, y éste es quizá el asunto que más resistencias creará entre el cuerpo docente y sindicatos, el  director ha de tener alguna capacidad para disponer y distribuir los recursos humanos, es decir, los profesores, para llevar a buen fin los planes educativos y pedagógicos.

Se argüirá que entonces los directores tendrán capacidad sin límites para ejercer el nepotismo. Es un riesgo. Sin embargo, el nepotismo está reñido con la mejora de los resultados; y la evaluación de los resultados, especialmente académicos, mediante las pruebas de evaluación externas serán la base para la rendición de cuentas de los directores.

Hay que ser humildes, es decir, ambiciosos. No queremos que los centros se conviertan en una gran ONG apuntada a todas las causas solidarias; tampoco, que se conviertan en un gran Leroy-Merlín para arreglar el mundo mal hecho; tampoco, que se conviertan en una gran fábrica de buenos chicos; tampoco, que se conviertan en una continua fiesta del gran cumpleaños con, cada día, su preceptivo día de la paz, del comercio justo, del reciclaje, etc. Seamos humildes: un centro de enseñanza es... un centro de enseñanza. Es poco. Es muchísimo.