Fernando Merino
El Mundo/El Día de Baleares, 13 de enero de 2016
EL CONSELLER d'Educació Martí March, lleva seis meses padeciendo el
acoso de sus socios de Pacte de Progrés. Primero los tambores de huelga
sonando desde una Assemblea de Docents que por mucho que se maquillen no
deja de ser la guardia pretoriana de los pesemeros, y por eso mismo
conscientes de que, alcanzar el soberanismo, pasa por el lavado de
cerebro en la escuela pública. Para ello, qué mejor sino ir a reclamar
más medios bajo amenaza.
Medios, por supuesto, consagrados a darle de comer a sus
ambiciones, que pasan por seguir sumando comisarios a la causa. March,
que sobre el papel es el político mejor preparado que ha pasado por ese
despacho, va y afloja.
En su programa electoral,
Ciudadanos se cuestionaba por qué los docentes de la escuela pública han
de ser funcionarios, y no los de la concertada. No le faltaba razón al
partido que preside Albert Rivera. Los de la Assemblea, se saben
fuertes, precisamente por su condición intocable: son funcionarios, y de
paso exhibiendo a las bravas su odio indisimulado al diferente.
Interpreto,
que la idea central de Ciudadanos era acabar con los privilegios de
unos docentes parapetados en su condición de servidores públicos, para
hacer y deshacer a su antojo, sin importarles una higa los malos
resultados.
Ahora llega el turno de Podemos con sus
pretensiones de acoso y derribo a la escuela concertada, supuestamente
por su inquebrantable defensa de una enseñanza laica, o sea
aconfesional. Porque sabido es que la iglesia católica es propietaria
mayoritaria de los 113 centros de educación concertados que existen en
Baleares. Así pues, de los verdes con trenzas al jarabe de Jarabo.
En
esas al enemigo ni agua. Ni becas de comedor, además de un control sin
contemplaciones, preferentemente férreo, que va más allá de lo que dicta
la ley. Curiosa escrupulosidad doctrinaria la de los podemitas, tan
laicos ellos, a pesar de sus vínculos con un Estado confesional como
Irán que parece ser la UDEF acabará confirmándonos ha regado con cinco
millones de euros al marxismo leninismo (extremada antigualla) de los
podemitas.