miércoles, 4 de mayo de 2016

El gobierno de España vuelve a pedir disculpas por la LOMCE y entierra una de las medidas enseña de la reforma educativa de Wert.

El actual ministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo parece escenificar el arrepentimiento del gobierno ante su reforma educativa, la LOMCE, cuyo espíritu inicial acaba de recibir la última estocada mortal.

Palma,  4 de mayo de 2016


En su articulado original, la ley educativa del partido popular proponía devolver ciertas competencias al Estado, en detrimento del monopolio del que gozaban las comunidades autónomas en materia educativa. El establecimiento de evaluaciones externas de diagnóstico (3º y 6º de primaria) y de reválidas (4º de ESO y 2º Bachillerato) debía correr, ahora, a cuenta del Estado, siendo éste el que determinara unos contenidos comunes en toda España y unas pruebas de evaluación parecidas, si no idénticas, en todo el territorio español. El propósito de esta medida era múltiple

En primer lugar, favorecer la igualdad de oportunidades: las mismas pruebas para todos los alumnos españoles.
En segundo lugar, favorecer la transparencia: los resultados debían ser públicos para que los padres conocieran de primera mano los resultados de todos los centros educativos y, así, poder matricular a sus hijos conociendo exactamente el nivel del centro escogido en relación con todos los demás centros.

En tercer lugar, se eliminaban preponderancias o injerencias de las comunidades, que despedazaban el sistema educativo en 17 sucedáneos de educación, quedando prohibida la enseñanza de lengua española en las comunidades bilingües, donde el nacionalismo está por encima de la ley.

En cuarto lugar, se acababa con la impunidad de los profesionales que negaban toda responsabilidad en el fracaso escolar de sus alumnos, echándole la culpa a los malos tiempos que corren y a los dispositivos electrónicos.
Quedaba establecido así el principio de rendición de cuentas, que permitía obtener responsables de los resultados académicos ,y, por tanto, mejorar la eficacia del sistema.

Nada de esto será posible gracias a que el Estado abandona el compromiso de informar de los resultados de los centros a sus ciudadanos, puesto que éstos solo se publicarán en cada comunidad educativa, como acaba de declarar el tacticista ministro de Educación Méndez de Vigo. En la práctica, esto supone que seguirá sin haber manera de saber si los niños aprenden o no y, por tanto, el sistema seguirá blindado ad infinitum.

El boicot a las pruebas de 6º de primaria responde a la lógica perversa de mantener el interés del cuerpo funcionarial de docentes por encima del derecho de los alumnos a recibir una buena formación. Al devolver las competencias a las comunidades se regresa a la mediocridad y el fracaso de siempre. Méndez de Vigo ha inaugurado una nueva etapa de oscurantismo en la que se le hurta a la opinión pública su derecho a conocer y a criticar el sistema educativo. Adiós a la transparencia y a la rendición de cuentas.