lunes, 8 de enero de 2018

Mazmorra independentista (Archipiélago Orwell)

Carlos Serra
Miembro fundador de PLIS. Educación, por favor

8 de enero de 2018
El Mundo

El primer gran éxito del independentismo catalán de estos últimos años no fue la celebración de un referéndum ilegal el pasado 1 de octubre, saldado con ignominiosa impunidad por parte de sus perpetradores. Ni siquiera fue Cataluña la sede de la primera gran conquista reciente de los apologistas del odio y divulgadores de la fantasía liliputiense de los Països Catalans. Los anfitriones de la primera victoria sin precedentes del pujolismo en los últimos años fuimos los mallorquines el 29 de septiembre de 2013, cuando cerca de 70.000 personas secundaron en Palma al separatismo catalán mediante una grotesca manifestación de odio nacionalista, camuflado de oposición a un decreto ley (TIL) que pretendía de manera torpe, obtusa y sospechosamente arbitraria, terminar con la intolerante hegemonía lingüístico-cultural de la lengua impuesta por decreto a todos los estudiantes de la enseñanza pública balear, siempre al dictado de las directrices-ley de la Generalidad de Cataluña.



Tras aquel exitoso alarde de fuerza, conceptualmente agresivo y con fuerte presencia de subvencionados vocacionales del gobierno catalán, la secta de los partidarios de la lengua y la cultura únicas y excluyentes fue sumando éxitos hasta llegar a las últimas elecciones celebradas en España el pasado 21 de diciembre, postrera claudicación de nuestro indolente Gobierno ¿nacional?, ritualmente exangüe ante las tribus regionalistas cuyos votos permitían la aprobación de los presupuestos generales, y ahora conciliador con oportunistas devotos de la cosecha electoral antes que valedores de bagatelas como los derechos universales o la igualdad ante la ley.
En un hecho (cosmético) sin precedentes, la Fiscalía del Estado ha abierto diligencias, tanto en Cataluña como en Baleares, contra varios centros de enseñanza por supuesta (flagrante) violación de derechos fundamentales que afectan a menores de edad, expuestos a propaganda dogmática a caballo entre la aberrante discriminación ideológica y la descerebrada incitación al odio, al estilo chavista pero sin muertos. En los casos investigados por la Fiscalía (instituto El Palau de Sant Andreu de la Barca, en Barcelona o IES Mossèn Alcover de Manacor, en Mallorca) el patrón estratégico de los comisarios políticos travestidos en profesores es idéntico. Primero se moviliza a los alumnos con proclamas de sesgo político inapelable para obligarles a posicionarse ideológicamente. Después se obliga subrepticiamente a los alumnos a participar en actos de condena (minuto de silencio, etc.) para certificar su adhesión. Finalmente, de intervenir la Fiscalía, los adoctrinadores powerpoint culpan a los alumnos de haber llevado a cabo todas las iniciativas extracurriculares, en un alarde de valentía modélica, que no ejemplar.
Este es el modelo de éxito al que se refieren los valedores de la escola catalana, replicada con lucimiento en Baleares.