lunes, 16 de abril de 2018

Las falsas evaluaciones (Archipiélago Orwell)

Carlos Serra, miembro fundador de PLIS. Educación, por favor
El Mundo. 16 de abril de 2018

   LOS IDEÓLOGOS de talonario público no arriesgan su propio capital sino el de los demás. Por este motivo, cuando se convierten en planificadores de proyectos, la noción de responsabilidad no les distrae. Se comprende así por qué frente al mito de la insuficiente inversión en la enseñanza durante las últimas décadas (esgrimido para justificar la quiebra absoluta de las políticas educativas progresistas) emerge el oneroso despilfarro de recursos perpetrado en España en materia educativa y cuyos efectos abochornan.


     La propaganda política relativiza el ingente fracaso escolar generado por un modelo que convierte la escolarización y la titulación en objetivos prioritarios, por encima de metas académicas formativas o profesionales.
     El fallido modelo ha alumbrado una pandemia intelectual, la nueva pedagogía, empeñada en instalarnos en la jerga de las emociones y los valores, para distraernos de los vergonzantes resultados académicos que nos deslizan hacia posiciones cada vez más indecorosas en los rankings mundiales de evaluación de la enseñanza.
     Este alpiste de secta, ponzoña propagandística del supuesto éxito de nuestro sistema educativo, tiene su correlato directo en la propaganda que la Consejería de Educación de Baleares fabrica, en un malabarismo de artística ejecución que pretende justificar pésimos resultados académicos obtenidos en las pruebas PISA o en las evaluaciones externas de diagnóstico, habiendo sido sus responsables los mismos promotores de estas iniciativas legislativas fallidas y bajo coste económico de absoluto derroche.
     Nuestro Consejero balear de Educación no ha dudado en maquillar las cifras de fracaso escolar de Baleares para encubrir el analfabetismo funcional que promueve. Para ello, ha presentado como propias las pruebas de diagnóstico del IAQSE (realizadas en tercero de PRIMARIA y segundo de ESO) cuando, por ley, son competencia del Estado. Convierte así evaluaciones externas censales en pruebas internas muestrales, lo que permite que los centros puedan seleccionar previamente a los candidatos que van a realizar dichas pruebas y que los resultados no se publiquen. La diferencia de resultados entre las pruebas externas (cuyos calificaciones sonrojan) y las cocinadas por March (milagrosamente esperanzadoras) demuestra el escandaloso fraude cometido por nuestros ingenieros de la enseñanza.