Palma, 17 de noviembre de 2019
La asociación PLIS Educación espera que el consejero balear de Educación, Martí
March, haga caso omiso al ataque de la ministra Celaá a la escuela concertada, un tipo
de enseñanza que tiene una gran demanda en España y que goza de la plena satisfacción
La doctrina del Tribunal Supremo en relación a la concesión de conciertos viene reiterando que los colegios concertados no son accesorios o secundarios respecto de los colegios públicos. La función de los colegios concertados no reside en suplir las carencias de la enseñanza pública (por falta de plazas vacantes o de implantación en algunos barrios) o ahorrar dinero al Estado. El alto tribunal ha desautorizado en repetidas ocasiones este supuesto “principio de subsidiaridad” que se inventan los acérrimos partidarios de la escuela exclusivamente pública y que supondría que conforme haya más plazas públicas deberían eliminarse el mismo número de plazas concertadas. El TS ha dejado bien a las claras que no existe tal principio. Las leyes orgánicas en vigor establecen que todos los centros sostenidos con fondos públicos –públicos o concertados– están al mismo nivel a la hora de dispensar un servicio público como la educación de forma gratuita. Ambos tipos de centros se encaminan a tutelar un derecho fundamental: recibir la educación básica obligatoria de forma gratuita. A veces, la enseñanza concertada comete el error de justificarse ante la opinión pública afirmando que ahorra dinero al Estado. Es cierto, y bastante dinero además, pero su legitimidad radical no reside en razones derivadas o consecuencialistas, sino en el derecho fundamental de los padres a elegir el tipo de educación que quieran sin que les cueste un duro de su bolsillo.