martes, 19 de noviembre de 2019

Lengua, Iglesia y Educación

Julián Ruiz-Bravo Peña

Miembro fundador de PLIS. Educación, por favor.

El Mundo, 18 de noviembre de 2019



     SUELE ACEPTARSE que los centros educativos adscritos a la Iglesia Católica, y a órdenes religiosas, están inspirados por un ideario ajeno, incluso contrario, al de la educación pública, controlada esta por la Administración, siempre de izquierdas aun con gobiernos de derechas. Intentaré demostrar que no es así, que apenas hay diferencias esenciales entre la Iglesia y la Administración a la hora de concebir, y de utilizar para ciertos fines ajenos a la enseñanza, la enseñanza. Pondré como ejemplos a la Iglesia y a la Administración de Baleares, pero no con la intención de circunscribirme al estrecho marco de esta autonomía, sino con la voluntad de ofrecer una muestra de un fenómeno que transciende Baleares.



Dejaré de lado lo que diferencia de forma más obvia a los centros concertados diocesanos de los centros públicos, las creencias religiosas, porque, sí, lo diré, aunque escandalice a unos y a otros, el factor religioso, es pedagógicamente hablando, irrelevante, incluso folclórico. En asuntos de fondo educativo, la sintonía entre Iglesia, y en menor medida las órdenes religiosas, y Administración es completa, especialmente si esta es de izquierdas. Me serviré, para demostrarlo, de un documento que, firmado fervientemente por Escola Católica de Baleares y partidos de izquierda, y avalado por el gobierno balear actual, se convertirá en breve en una Ley Educativa, para mayor gloria del consejero Martí March. Se llama este documento Illes per un pacte, y se puede encontrar en la web.
En primer lugar, tanto la Iglesia como la Administración educativa, siempre de izquierdas aun con gobiernos de derechas, conciben la enseñanza como un medio de redención para conseguir el objetivo no pedagógico de la construcción de un mundo mejor, ya que este mundo peor en el que vivimos es la consecuencia de un "pecado original" que acabó con la Edad de Oro, o el Paraíso. Así pontifica Illes per un pacte: «La educación es la herramienta principal para cambiar el mundo y para que la humanidad avance en clave ética y comunitaria»; «las comunidades de aprendizaje, entendidas como un proyecto de transformación social y cultural de un centro educativo y de su entorno, para conseguir unos procesos de aprendizaje que incidan en la mejora de la educación. No sólo de niños y jóvenes, sino también de su entorno».
En segundo lugar, la enseñanza forma parte de una acción educativa comunitarista, concepto caro a la Iglesia, que concibe la comunidad de fieles como un cuerpo místico en el que el rebaño es uno, y carísimo a la Administración educativa, que, siempre de izquierdas aun con gobiernos de derechas, desea la uniformidad. Los valores comunitaristas serán, no solo previos a los individuos, sino contrarios al individuo, de tal forma que la enseñanza tendrá sentido si forma, no al estudiante sino a la comunidad, convirtiendo al estudiante en ciudadano o en ciudadano cristiano. Así sermonea Illes per un pacte: «Por lo tanto, la formulación ya no será familia y centro educativo, sino comunidad educativa (...)»; «para conseguirlo, será necesario desarrollar un trabajo en red con todos los recursos de los que disponga la comunidad».
En tercer lugar, sospecha la Iglesia y la Administración educativa, siempre de izquierdas aun con gobiernos de derechas, que la natural búsqueda del placer es una fuerza disgregadora individual que hay que controlar, por lo que la diversión debe convertirse en espacio educativo común, para poder dirigirla mejor hacia fines correctos. Así predica el mundo feliz IIlles per un pacte: «Se tendrá presente que toda la comunidad educa y, por ello, los espacios comunitarios de ocio se contemplarán como parte de una educación individualizada e integradora»; «Se potenciará el sentimiento de pertenencia a través de proyectos inclusivos que entiendan los espacios comunitarios de ocio como agentes activos dentro de la acción educativa».
En cuarto lugar, debe llevarse a cabo un integral plan de ingeniería cristiano social que, pensado y dirigido por un Consejo de Niños, Jóvenes y Ancianos, o Comité de Sabios, fuera de toda sospecha e instituidos por voluntad superior, diseñe actividades adecuadas para que los alumnos sean ahormados en el bien, modelados, fabricados. Así recibe la revelación Illes per un pacte: «Creación de un Consejo Socioeducativo formado por representantes de todos los sectores: educativo, profesional, productivo, social e institucional»; «los municipios, desde el trabajo en la red y en colaboración con el Consejo Socioeducativo, diseñarán un Proyecto Educativo de Ciudad que permitirá planificar y dirigir las políticas educativas del municipio»; «Intervenir en la toma de decisiones que afectan al proyecto de ciudad educadora a través de la participación en el Consejo de Niños y Jóvenes que forma parte también del Consejo Socioeducativo»; «reformular la dimensión del ocio y la diversión como un espacio comunitario a través del Consejo Socioeducativo».
Pero, a pesar de todo, la Iglesia sabe que sus hermanos de izquierda de Illes per un pacte, más pronto que tarde, y porque compiten por el mismo nicho de ingeniería social, y para quedarse con la exclusiva del Mundo Mejor, les intentarán expulsar del ámbito educativo mediante la simple retirada de los conciertos. Y, como la Iglesia sabe que sin los conciertos se hunden sus colegios y como da por supuesto que la llamada derecha, que siempre es de izquierda en educación, nunca tocará los conciertos, hace tiempo que ha fiado su estrategia a la seducción, en aquellas comunidades autónomas con llamada lengua propia, de los partidos de izquierda mediante lo que creen el argumento definitivo, ay, qué ingenuidad, de aceptar la gran vaca sagrada de la inmersión obligatoria, o por narices. Y en eso está en estos momentos la Iglesia, y en menor medida las órdenes religiosas, ay qué ingenuidad, argumentando de forma aún más extrema que los propios partidos de izquierda y/o nacionalistas a favor de la inmersión por narices, reclamando salvoconducto a la supervivencia por vía lingüística, ay qué ingenuidad, qué ingenuidad, porque más pronto que tarde, también los partidos de derecha, que en educación son siempre de izquierda, cansados de esa Iglesia que creían afín y que se pasa al otro lado, votarán con la izquierda una ley en el parlamento para retirar los conciertos.
¿No se creen lo de la adhesión a la causa de la gran vaca sagrada de la inmersión? Lean ustedes las páginas 16 y 17 del proyecto educativo de los once colegios diocesianos de Mallorca. Les facilito el enlace: https://edu.diocesansmallorca.org/.
Julián Ruiz-Bravo Peña es profesor de Educación Secundaria y miembro fundador de PLIS. Educación, por favor.