miércoles, 1 de octubre de 2014

¿POR QUÉ NUESTROS ESTUDIANTES ESTÁN TAN MAL PREPARADOS? (5). LA INMERSIÓN CULTURAL CATALANA, o cómo comerse un segundo camión A rayas después de haberse comido el camión de la lengu


Julián Ruiz-Bravo, Olga Ballester, Carlos Serra.  
 Publicado en El Mundo/El día de Baleares, 30 de septiembre de 2014.


En artículos anteriores PLIS. Educación, por favor detectó cuatro de los numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida, la inflación de asignaturas y la inmersión lingüística.
En el último capítulo denunciamos que los defensores de la inmersión lingüística convertían el verdadero fin de la enseñanza (la transmisión-adquisición de conocimientos, habilidades y competencias) en un mero medio para conseguir el fin de aprender la lengua vehicular. Ilustrábamos esta barbaridad con el siguiente símil: la inmersión es algo parecido al hecho de pretender que el comerciante que compra un cargamento de naranjas  tenga que quedarse o comerse el camión que las ha transportado.
Seguiremos con los camiones. Una vez que los defensores de la inmersión han conseguido que los alumnos tengan que comerse o quedarse con el camión de la lengua catalana, no importando mucho la carga, el segundo paso es colocar otro camión con rayas: el de la cultura catalana.
            Para demostrarlo, nada mejor que copiar literalmente el artículo 25, letra i) y el artículo 30, letra m) del Decreto de ordenación de la enseñanza (14 de junio de 2008) del Govern Balear, vigente hasta hace poco y que el PSIB y los defensores de la normalización lingüística quieren rescatar si vuelven a gobernar. Dicen así: “Conocer, valorar y respetar los aspectos básicos de la cultura y la historia, el patrimonio artístico y cultural, especialmente los correspondientes a las Islas Baleares y los de los otros territorios de habla catalana, reforzando así el sentimiento de pertenencia al ámbito cultural y lingüístico catalán, y entender la diversidad lingüística y cultural como un derecho de los pueblos y de los individuos”
            El artículo exhibe torpeza lingüística y es una clara muestra de que quien lo ha redactado desprecia la enseñanza y valora sólo la ingeniería social.
            En primer lugar, el concepto de “derecho a la diversidad lingüística y cultural” es incompatible con el “de refuerzo de la  pertenencia a un ámbito cultural y lingüístico”.
            En segundo lugar, afirmar que los territorios de habla catalana comparten sólo la lengua catalana contradice la realidad, ya que en estos territorios se comparten tanto el catalán como el castellano.
            En tercer lugar, identificar lengua con cultura y territorio, aparte de sus reminiscencias hitlerianas (“donde se habla alemán existe Alemania”) obligaría no sólo a identificar absurdamente a un mallorquín catalanoparlante con un valenciano catalanoparlante, sino también a un neozelandés con un americano de Texas, a un colombiano con un español de Burgos, a un haitiano con un francés de Lyon.
            En cuarto lugar, el “sentimiento de pertenencia” es ajeno al contexto de la enseñanza, ya que los sentimientos carecen de base objetiva para ser tomados como materia de enseñanza y son territorio exclusivo del individuo (habrá alumnos que “sientan” pertenecer a la cultura española, o francesa o neozelandesa)
            Por último, la misión que se adjudica la administración a sí misma de “reforzar el sentimiento de pertenencia” a la cultura catalana es contrario al objetivo 30, legra g, del mismo decreto: “Desarrollar el espíritu creativo y emprendedor y, a la vez, desarrollar actitudes de confianza en uno mismo, de participación, de sentido crítico…”
            A todo esto se opone PLIS. Educación, por favor. La escuela no es lugar para la ingeniería social, no es lugar para que la administración imponga ni refuerce la pertenencia de todos los alumnos a una cultura determinada, catalana ni española. Nosotros proponemos que simplemente se diga que en los planes de enseñanza se enseñará historia.
            Porque, no nos engañemos, después de haber colocado el camión de la LENGUA catalana y el camión de la CULTURA catalana, el fin último de los defensores de la inmersión lingüística, es colocar un tercer y definitivo camión, largo como un tráiler, también decorado a rayas. Este tercer camión es el de la NACIÓN catalana.
Pero este camión será el asunto del siguiente artículo.