Julián Ruiz-Bravo, Olga Ballester, Carlos Serra.
Publicado en El Mundo/El día de Baleares, 30 de septiembre de 2014.
En
artículos anteriores PLIS. Educación, por favor detectó cuatro
de los numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en
particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida, la inflación de
asignaturas y la inmersión lingüística.
En el
último capítulo denunciamos que los defensores de la inmersión lingüística
convertían el verdadero fin de la enseñanza (la transmisión-adquisición de
conocimientos, habilidades y competencias) en un mero medio para conseguir el
fin de aprender la lengua vehicular. Ilustrábamos esta barbaridad con el
siguiente símil: la inmersión es algo parecido al hecho de pretender que el
comerciante que compra un cargamento de naranjas tenga que quedarse o comerse el camión que
las ha transportado.
Seguiremos
con los camiones. Una vez que los defensores de la inmersión han conseguido que
los alumnos tengan que comerse o quedarse con el camión de la lengua catalana,
no importando mucho la carga, el segundo paso es colocar otro camión con rayas:
el de la cultura catalana.
Para demostrarlo, nada mejor que copiar literalmente el
artículo 25, letra i) y el artículo 30, letra m) del Decreto de ordenación de
la enseñanza (14 de junio de 2008) del Govern Balear, vigente hasta hace poco y
que el PSIB y los defensores de la normalización lingüística quieren rescatar
si vuelven a gobernar. Dicen así: “Conocer,
valorar y respetar los aspectos básicos de la cultura y la historia, el
patrimonio artístico y cultural, especialmente los correspondientes a las Islas
Baleares y los de los otros territorios de habla catalana, reforzando así el
sentimiento de pertenencia al ámbito cultural y lingüístico catalán, y entender
la diversidad lingüística y cultural como un derecho de los pueblos y de los
individuos”
El artículo exhibe torpeza lingüística y es una clara
muestra de que quien lo ha redactado desprecia la enseñanza y valora sólo la
ingeniería social.
En primer lugar, el concepto de “derecho a la diversidad lingüística
y cultural” es incompatible con el “de refuerzo de la pertenencia a un ámbito cultural y
lingüístico”.
En segundo lugar, afirmar que los territorios de habla
catalana comparten sólo la lengua catalana contradice la realidad, ya que en
estos territorios se comparten tanto el catalán como el castellano.
En tercer lugar, identificar lengua con cultura y
territorio, aparte de sus reminiscencias hitlerianas (“donde se habla alemán
existe Alemania”) obligaría no sólo a identificar absurdamente a un mallorquín
catalanoparlante con un valenciano catalanoparlante, sino también a un
neozelandés con un americano de Texas, a un colombiano con un español de
Burgos, a un haitiano con un francés de Lyon.
En cuarto lugar, el “sentimiento de pertenencia” es ajeno
al contexto de la enseñanza, ya que los sentimientos carecen de base objetiva
para ser tomados como materia de enseñanza y son territorio exclusivo del
individuo (habrá alumnos que “sientan” pertenecer a la cultura española, o
francesa o neozelandesa)
Por último, la misión que se adjudica la administración a
sí misma de “reforzar el sentimiento de pertenencia” a la cultura catalana es
contrario al objetivo 30, legra g, del mismo decreto: “Desarrollar el espíritu creativo y emprendedor y, a la vez, desarrollar
actitudes de confianza en uno mismo, de participación, de sentido crítico…”
A todo esto se opone PLIS. Educación, por favor. La escuela no es lugar para la
ingeniería social, no es lugar para que la administración imponga ni refuerce
la pertenencia de todos los alumnos a una cultura determinada, catalana ni
española. Nosotros proponemos que simplemente se diga que en los planes de
enseñanza se enseñará historia.
Porque, no nos engañemos, después de haber colocado el
camión de la LENGUA catalana y el camión de la CULTURA catalana, el fin último
de los defensores de la inmersión lingüística, es colocar un tercer y
definitivo camión, largo como un tráiler, también decorado a rayas. Este tercer
camión es el de la NACIÓN catalana.
Pero este
camión será el asunto del siguiente artículo.