Julián Ruiz-Bravo, Olga Ballester, Carlos Serra.
En artículos
anteriores PLIS. Educación, por favor detectó cinco de los numerosos males
de la educación en España en general y en Baleares en particular: la ingeniería
social, la inclusión mal entendida, la inflación de asignaturas, la inmersión
lingüística catalana y la inmersión cultural catalana.
En los dos últimos
capítulos denunciábamos que los defensores de la inmersión lingüística
convertían el verdadero fin de la enseñanza (la transmisión-adquisición de
conocimientos, habilidades y competencias) en un mero medio para conseguir
primero el fin de aprender la lengua catalana y luego el fin de identificarse
con la cultura catalana. Ilustrábamos esta barbaridad con el siguiente símil:
la inmersión es algo parecido al hecho de pretender que el comerciante que
compra un cargamento de naranjas tenga
que quedarse con o comerse el camión que las ha transportado.
Seguiremos otra vez
con los camiones, con un tercer camión. Porque una vez que los defensores de la
inmersión han conseguido que los alumnos tengan que comerse el camión de la
lengua catalana y luego el camión de la cultura catalana, no importando mucho
la carga, el tercer paso es colocar un tercer camión con rayas, la nación
catalana, de naturaleza transversal, es decir, atravesado para impedir el paso
libre.
Y este fin último,
es en realidad el primero de todos. PLIS. Educación, por favor avisa a
los incautos, que no ven o no quieren ver, de que defender a ultranza la
inmersión lingüística obligatoria es defender el nacionalismo excluyente.
¿Cómo
se demuestra esta última afirmación?
En primer
lugar, copiando literalmente un
fragmento del preámbulo de la Ley 12/2008, Ley de Educación Catalana, que es la
Biblia para los nacionalistas educativos en Baleares: “Las razones culturales y cívicas están
impulsadas por la voluntad de configurar una ciudadanía catalana identificada
con una cultura común, en la cual la lengua catalana resulte un factor básico
de integración social. Cataluña es un país con una cultura y una lengua que
configuran una identidad propia. El sistema educativo catalán debe permitir
despertar y potenciar el arraigo en Cataluña. Sólo desde el conocimiento de lo
propio es posible abrirse a las otras realidades y reconocer sus
singularidades. Consolida un proyecto educativo de país que garantiza el
derecho a la educación de toda la ciudadanía y que, tomando como fundamento la
igualdad, la equidad y la justicia social, le ofrece una educación gratuita y
de calidad”
En
segundo lugar, observando cómo el requisito de la lengua catalana para acceder
a la enseñanza crea un ejército de profesores agradecidos a la lengua, ya que
ese requisito les ha servido para eliminar en sus oposiciones la competencia de
miles de competidores. El caso de la Asamblea de Docentes en Baleares y del
ejército de profesores catalanes dedicados a extender su ideología, hablan por
sí solos.
En
tercer lugar, observando cómo los cargos funcionariales públicos van siendo
colonizados por gente que ha debido en parte su acceso también al requisito de
la lengua catalana y que se han convertido en un ejército político de facto, ya
que, lejos de competir en las urnas, prefiere ejercer el poder desde sus cargos
funcionariales impidiendo cualquier reforma de un gobierno no nacionalista
elegido democráticamente.
En
cuarto lugar, observando el gigantesco entramado asociacionista civil, también
estómagos agradecidos, que cubre todos los rincones de nuestra sociedad,
alimentado por subvenciones públicas apoyadas casi siempre en el requisito del
uso o promoción del catalán.
En quinto lugar,
observando cómo los gobiernos nacionalistas se han dedicado sin pudor a
ayudar económicamente, con la excusa de
la lengua propia, a medios de
comunicación, sindicatos y a muchas empresas que, en la dinámica del libre
mercado, habrían desaparecido.
En
definitiva, no nos engañemos, después de haber colocado el CAMIÓN de la LENGUA
catalana y el CAMIÓN de la CULTURA catalana, el fin último de los defensores de
la inmersión lingüística, es colocar un tercer y definitivo CAMIÓN TRANSVERSAL,
es decir, ATRAVESADO, para impedir el
paso a los libres, largo como un tráiler, también decorado a rayas. Este tercer
camión atravesado es el de la NACIÓN catalana.