Publicado por El Mundo/El Día de Baleares, 23 de enero de 2015. EL MIEDO A SER MAYOR
En artículos
anteriores PLIS. Educación, por favor,
asociación de profesores que reclama una enseñanza profesional y no
ideologizada, detectó siete de los
numerosos males de la educación en España en general y en Baleares en
particular: la ingeniería social, la inclusión mal entendida, la inflación de
asignaturas, la triple inmersión lingüística, cultural y nacional catalanas y
la falta de autonomía.
En este artículo se
abordará el octavo de los males: la irresponsabilidad.
La
responsabilidad de los profesionales de la enseñanza es la otra cara de la
autonomía y se ha de exigir como se exige a un arquitecto que sea responsable
de que una casa se caiga o dure mil años,
o a un mecánico, de que el coche arreglado se pare o ande. Si se reclama
que un centro sea autónomo para decidir planes pedagógicos y estrategias
educativas, que desemboquen en unos determinados resultados académicos, se debe
reclamar también su responsabilidad.
Lamentablemente,
desde hace más de veinte años, los centros educativos españoles han vivido en
la infancia: no tienen autonomía, tampoco responsabilidad. Es la peor de las
situaciones posibles, pedagógicamente hablando. Sin embargo, la mayor parte de los profesores se sienten
cómodos en este limbo infantil actual, en que los planes y estrategias
pedagógicos vienen impuestos desde arriba. ¿Que hay fracaso escolar?; ninguna
consecuencia: el sueldo a fin de mes. ¿Que en el claustro del primer trimestre
el director informa de los pésimos resultados de los alumnos?; ninguna
consecuencia: cinco minutos después, esperan en la sala de profesores unos
canapés para recibir la navidad.
En
Baleares hay agentes educativos que quieren abandonar la infancia educativa,
pero se quedan en la adolescencia. Es el caso de FADESIB, Federación de
Asociaciones de Directores de las Islas Baleares, y del Cercle d’Educació, liderado por Manel Perelló. Estas dos asociaciones defienden la
autonomía de los centros y el liderazgo de los equipos directivos, dotados
éstos de facultad para disponer y organizar recursos humanos y elaborar planes y estrategias educativos
con el objetivo de lograr el éxito escolar. Entre estas facultades, destacan
las de proponer perfiles de profesorado y organizar las funciones docentes. No
obstante, estas dos asociaciones no alcanzan a formular una mayoría de edad
para los centros. ¿Por qué? Porque nunca hablan de la necesidad de que los
equipos directivos rindan cuentas y de que se hagan responsables del éxito o
fracaso escolar, presentando su dimisión en caso de fracaso. Quieren abandonar
la infancia y se estancan en la adolescencia, la edad en que se quiere decidir
pero no tener responsabilidades.
Se
suele razonar que hay muchos factores que explican el fracaso o el éxito
escolar y que, por tanto, exigir responsabilidades a los docentes es una
solución simple para un problema complejo. Si bien es cierto que hay que
valorar factores externos, como el entorno socioeconómico o el ámbito familiar
de los alumnos, no lo es menos que a cualquier docente se le ha de exigir saber
ejercer su profesión en diversos ámbitos y circunstancias, de igual manera que
a un arquitecto se le exige que construya correctamente encima de una base
rocosa o de una base arenosa.
La situación actual
de minoría de edad de los centros es análoga al hipotético caso de esa playa en la que todos los bañistas son
socorristas; nadie se lanzará al agua para salvar a un bañista en apuros, ya
que todo el mundo esperará a que sea otro el que se haga responsable. Por el
contrario, en la playa que cuente con unos pocos socorristas se sabe bien quién
tiene la responsabilidad de los rescates.
Como
PLIS. Educación, por favor no se
limita a diagnosticar, presenta con las siguientes propuestas de mayoría de
edad, claras y precisas:
1.
La función directiva de un centro escolar debe estar profesionalizada y bien
remunerada.
2.
Los equipos directivos han de tener autonomía pedagógica y de gestión de
recursos orientados al éxito escolar.
3. Los equipos directivos han de
someterse a rendición de cuentas, es decir, hacer depender su gestión del éxito o fracaso de los alumnos del centro, de
manera que, ante fracaso escolar repetido, el equipo directivo deba de ser
relevado y, ante éxito escolar repetido, reconocido.
4.
Las Jefaturas de Departamento, profesionalizadas y bien remuneradas, deben
estar incluidas en los equipos directivos, exigiéndoseles también, en su
correspondiente ámbito, autonomía y responsabilidad.
Cualquier
padre entiende lo que se acaba de decir, de la misma manera que ningún padre
entiende que, ante el fracaso escolar de un centro, se recurra sistemáticamente,
para explicarlo, al entorno socioeconómico o sociocultural de los padres y no a
la competencia de los profesionales del centro.
¿Y
cómo fijar el éxito o fracaso escolar que dé la medida de la responsabilidad de
los equipos directivos? Mediante evaluaciones externas de resultados, de las
cuales hablaremos en el siguiente artículo.