por Jorge Campos
“Nivelazo” de Sus Señorías los Diputados de Baleares. A propósito de
la derogación de la innecesaria e inútil ley de símbolos, vivimos este
martes un lamentable espectáculo dentro y fuera del Parlamento balear
que escenificó el bajo nivel (“subterráneo”) de los actuales líderes
políticos. Una bochornosa representación teatral en la sede
parlamentaria balear, que bien podría cerrar y trasladar a sus pésimos
actores a cualquiera de los teatros públicos con los que contamos en las
islas. También nos cuestan una barbaridad y son igual de ineficientes. artículo completo
Desde la Fundación Círculo Balear ya advertimos, cuando se aprobó
esta ley en la pasada legislatura, que era innecesaria para acabar con
la utilización política de los edificios púbicos y centros educativos. Y
así se ha demostrado durante el periodo que ha estado vigente.
Innecesaria e inútil: El anterior ejecutivo del PP no tramitó ninguna de
las 17 denuncias presentadas por vulneración de su propia ley de
símbolos.
La Constitución y la Ley 7/2007 del Estatuto Básico del Empleado
Público ya prohíben la utilización política de los centros educativos
que llevan a cabo los colectivos de docentes catalanistas y el sindicato
separatista catalán STEI-i, teniendo en cuenta que estos docentes
tienen la consideración de empleados públicos. Además la Ley de Banderas
de 1981 ya establece cuáles son las únicas banderas permitidas en los
edificios públicos: Las oficiales.
La Constitución en su artículo 103 recoge que “La Administración
Pública sirve con objetividad los intereses generales.” Y la Ley 7/2007
del Estatuto Básico del Empleado Público, destaca en su artículo 52 los
deberes de los empleados públicos: “Los empleados públicos deberán
desempeñar con diligencia las tareas que tengan asignadas y velar por
los intereses generales con sujeción y observancia de la Constitución y
del resto del ordenamiento jurídico, y deberán actuar con arreglo a los
siguientes principios: objetividad, integridad, neutralidad,
responsabilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio
público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad,
eficacia, honradez, (…) que inspiran el Código de Conducta de los
empleados públicos configurado por los principios éticos y de conducta
regulados en los artículos siguientes.” Concretando en su artículo 53
que su actuación “se fundamentará en consideraciones objetivas
orientadas hacia la imparcialidad y el interés común, al margen de
cualquier otro factor que exprese posiciones personales, familiares,
corporativas, clientelares o políticas”. La ley también contempla el
régimen disciplinario en caso de que los docentes infrinjan estos
artículos.
Aún con la ley de símbolos derogada, como vemos, la legislación del
Estado prohíbe las actuaciones que algunos equipos directivos
desarrollan en los colegios, como instalar lazos con la bandera de
Cataluña como símbolo de una campaña nacionalista de claros tintes
políticos.
Algunos de los pésimos actores políticos incluso han tenido el
cinismo de invocar la libertad de expresión para justificar la
derogación de la ley de símbolos y la utilización política de los
espacios públicos. Cuando realmente lo que pretenden, como buenos
nacionalistas, es el uso exclusivo de la expresión, como muy bien ha
apuntado la asociación de profesores “PLIS. Educación por favor”.
Y así las cosas, tratándose, nada menos, que del pisoteo de los
derechos de los ciudadanos en general, y de los alumnos y sus familias
en particular, del flagrante incumplimiento de la legalidad, asistimos a
una lamentable actuación de todos los grupos políticos con
representación parlamentaria. La de los partidos que gobiernan, PSOE,
Podemos y MES, por manifestar abiertamente su política en favor de la
ideologización del sector público para avanzar en la catalanización de
Baleares. Y la de las dos fuerzas constitucionalistas por no estar a la
altura de las circunstancias. El PP, que no sabe que es ni a dónde va,
no defendió su propia ley abandonando el hemiciclo; y Ciudadanos se
abstuvo sin entrar en el fondo del problema, que no es otro que la falta
de voluntad para hacer cumplir la ley cuando ésta prohíbe la
utilización política que el nacionalismo hace de las instalaciones
públicas, principalmente de los centros educativos.
Lo que sí estuvo a la altura del espectáculo fue el atrezzo: Conga de la vergüenza y performance de banderas catalanas. Todo muy tribal. Les pega.
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