por Carlos Serra
Miembro fundador de la asociación Profesores Libres de Ingeniería Social, PLISEducación.
Diario de Mallorca, 13 de noviembre de 2015
Si en España existe un fraude que se
renueva y amplía pese a la evidente decadencia a la que han conducido su
pésima gestión, sus peores resultados y el sectarismo ideológico desde
el que se ha orquestado, ese es, sin duda, el fraude de la enseñanza.
Artículo completo
En las últimas décadas la carrera
docente ha quedado reducida a un indecente sucedáneo de profesión,
adulterada por dogmas ajenos a la realidad de las aulas y controlada por
ideólogos de salón, expertos en amputar indiscriminadamente vocaciones y
falsear la labor de todo un colectivo, reducido a la condición de
hiperfuncionariado, cuyo cometido ya no es enseñar sino entretener y
sentirse culpable por exigir a sus alumnos que se esfuercen.
El
dirigismo que existe en nuestra perversamente auditada profesión se
muestra en todas y cada una de las medidas con las que se priva al
profesional de sus herramientas fundamentales, antaño utilizadas para
dar clase, como los conocimientos y el amor por la especialidad a la que
uno decide consagrar su vida, para ser sustituidas por consignas cuya
función es el vaciado de contenido de toda disciplina académica y el
automatismo de las conductas profesionales, subsidiarias ahora de la
tiranía de la igualitarización y la socialización, transversalizada a
todo el colectivo, aprovechando la inanidad y poco sentido crítico de la
mayor parte de los docentes.
Quedan para el recuerdo y la
nostalgia expresiones como libertad de cátedra o búsqueda de la
excelencia. El dogma al que debe consagrarse el profesor de la
revolución cultural progre es la motivación del alumnado y su
socialización. Lo que interesa ahora es que palabras como examen,
trabajo, esfuerzo o sacrificio no produzcan conmoción o desaliento. Dado
que enseñar es menos importante que educar (en el catecismo progre,
recordemos, educar es socializar) las funciones actuales de un profesor
pasarán a ser: vigilar patios, mantener el aula en condiciones, resolver
dudas extraacadémicas de los alumnos, ser dinamizador social de sus
emociones (la motivación como sustituto del trabajo y el esfuerzo)€ Se
llega así al hedonismo en el que desemboca toda infantilización por
decreto y cuyo resultado es la abulia intelectual y la exigencia
adolescente de comprensión ante la falta de esfuerzo e interés por
aprender (¿la generación más preparada?).
El catecismo progre no
permite educar para el riesgo sino para evitar frustraciones. Banaliza
los conocimientos y sacraliza los procedimientos, aunque estos aniquilen
el aprendizaje. Por ese motivo insisten en que la escuela debe educar
pero se olvidan de la instrucción porque les suena a vocablo
fascistoide, propio de las élites que discriminan a los alumnos por sus
conocimientos.
He escuchado a un jefe de estudios perorar sobre la
inutilidad de las clases magistrales hasta el punto de proponer en el
proyecto educativo del centro la eliminación de las clases teóricas y
sustituirlas por clases prácticas: La teoría en casa y la práctica en
clase, rezaba el proyecto, condenando así a los alumnos a no poder
seguir una clase para la que no se les ha preparado previamente. Este es
el dogma rousseauniano del buen salvaje: los niños aprenden solos; el
profesor solo es un facilitador de información. También es el dogma de
la nueva revelación tecnológica: la sociedad ha cambiado; ahora los
niños están más distraídos con los móviles y las tablets y hay que hacer
cosas más prácticas, dicen los iluminados. Sí, y desde que esta jerga
de paleto soberbio se ha instalado en las parroquias de la educación
igualitaria el fracaso escolar se ha convertido en una característica
idiosincrática de muchos centros de enseñanza y de todo un país. ¿De qué
les sirve conocer la crítica de la razón pura o el imperativo
categórico de Kant si jamás lo van a necesitar para conectarse por
facebook o wassapear? Así, los antaño espacios de aprendizaje aparecen
ahora revestidos de ocio, entretenimiento, desubstancialización de los
contenidos y obsolescencia programada de los planes de estudios
exigentes o clásicos.
Se impone así un gregarismo que arrincona
al profesor en una jerga de pleonasmos que encubre la falta de saberes,
pero le mantiene ocupado reescribiendo su programación de aula o
redactando confesiones de por qué el sistema es infalible pero su labor
individual no logra que todos los alumnos aprueben sin esfuerzo. Y la
sangría continúa. En el instituto donde he trabajado los últimos cuatro
años se han tenido que aprobar medidas extraordinarias porque el tapón
de repetidores que se producía en 2º de la ESO era tan contundente que
la medida adoptada fue€ ¿subir el nivel de exigencia? Noooo. Permitir
pasar de curso con un suspenso más.
La revolución cultural se
manifiesta siempre como ruptura de la cadena de transmisión de saberes,
de ahí el declive del latín, el griego, la filosofía o incluso la
historia, sustituida ahora por las ciencias sociales, dando lugar a una
amnesia generalizada que impide cualquier emancipación real a través de
una cultura que ya no se enseña, porque su lugar ahora lo ocupan las
nuevas tecnologías y las ideologías de consumo.
Un reflejo de esta
posmodernidad en la escuela es la vacuidad de los proyectos educativos,
la saturación patológica de protocolos redundantes de intervención
psicopedagógica (a saber qué significa eso), la sectarización de
postulados antihumanistas como la eliminación de los saberes
considerados inútiles, la entronización de las actividades de mero
entretenimiento (talleres para la paz, talleres para la gestión de las
emociones), la cronificación burocrático-patológica de la profesión
docente (que justifica algunas plazas en propiedad de algún
departamento) y los confesionarios (el bar del instituto) para
profesores que todavía creen en la transmisión de conocimientos,
considerando que una buena formación, y no el facilismo
institucionalizado, es la mejor manera de que sus alumnos puedan
promocionar socialmente.
La ética hedonista que guía los
parámetros del actual sistema educativo supone un síntoma de decadencia
tan extraordinario que las escasas convicciones que aún mantiene una
parte del colectivo (los que siguen creyendo en su vocación) navegan a
la deriva en un mar sin islas, a la espera de ser rescatadas de la
botella.
* Miembro fundador de la asociación Profesores Libres de Ingeniería Social, PLISEducación.
Informes estudios
- Inicio
- Quiénes somos
- Nuestros principios
- Asociados, simpatizantes y donativos
- Contacto
- Normativa
- Artículos
- Notas de prensa
- Informes estudios
- Blogs recomendados
- Estudio SCB PLIS sobre adoctrinamiento en libros de texto
- 2L2 EPLIB. Estudio de los proyectos lingüísticos de centros educativos de Baleares, Enseñanza Infantil y Primaria.
- Tablón
- Petición de enseñanza en castellano, mínimo 25%
- Solicitud de Lengua de Primera Enseñanza
- Denuncia de símbolos, carteles, etc. políticos
- Petición para recibir información en español