Carlos Serra.
El Mundo, 30 de septiembre de 2018
Favorecer las posibilidades de promoción social de una parte de la población a costa de una deliberada proletarización-depauperación del resto. Ese es el objetivo de la instrumentalización política de la que es víctima nuestro sistema de enseñanza. Los eslóganes que exhiben las instituciones educativas (Escuela inclusiva, Educación para la igualdad y la convivencia, Escuela integradora...) ocultan, en realidad, el cariz integrista desde el que se trata de reproducir un medioevo social, disfrazado de laicismo, pluralismo y buenismo, bajo el que los distintos estamentos sociales queden definitivamente sellados por las propias instituciones. En las comunidades bilingües, el proceso hacia la servidumbre selectiva programada actúa con mayor rapidez exponencial. Veamos por qué.
La entidad Convivencia Balear invitaba a Palma esta semana a sus homólogos catalanes Convivencia Cívica Catalana (C.C.C) para presentar un impactante estudio sobre el supuesto modelo de éxito de la denominada Escola Catalana,modelo replicado con exactitud en Baleares.
Lo revelador de este estudio no es solamente la truculencia implícita en los resultados que arroja, sino también la preocupación del Ministerio de Educación y la Generalidad de Cataluña por ocultar sus inquietantes conclusiones. Los principales medios de información catalanes (el periódico ex-franquista La Vanguardia, afecto ahora al nuevo régimen, o el gabinete de Comunicación del secesionismo, conocido como TV3), pero también los medios nacionales han silenciado su publicación porque, lo que muestra, destroza la integridad moral de todos los gobiernos de la Generalidad, así como la de los sucesivos gobiernos centrales, conniventes desde la Transición con partidos políticos periféricos cuyos idearios no distan demasiado de los delirios narcisitas y las ensoñaciones eugenésicas que Hollywood no deja de explotar periódicamente.
El estudio de C.C.C, basado en los informes P.I.S.A, destaca que las cifras de fracaso escolar de los alumnos castellano-hablantes en Cataluña son desproporcionadas en comparación con las de los alumnos catalano-hablantes. Así, el modelo de la Escola Catalana basado en la inmersión lingüística y cultural forzosas es, en realidad, un calculado ejercicio de ingeniería social para la movilidad (social) descendente de algunos sectores de la sociedad catalana, principalmente la inmigración no millonaria y las familias castellano-hablantes con recursos insuficientes para poder esquivar los altares del orgullo endogámico, o sea, la escuela pública catalana y su duplicado balear.