El Mundo, 24 de marzo de 2019
LA APRECIACIÓN benévola de la inmersión / sustitución / eliminación lingüística y cultural obligatorias en Cataluña y Baleares nos permite hablar de un método pedagógico fallido. La versión exhaustiva, en cambio, nos autoriza a desenmascararla como una eficaz herramienta de financiación política y de exclusión social al servicio de un proyecto identitario supremacista, cuyo meta pasa por establecer barreras invisibles para la incapacitación lingüística y cultural, antesala selectiva de futuros muros laborales para un segmento de la población al que se pretende dejar fuera de todo desempeño en la administración pública de alto nivel y para el que está reservada una calculada promoción social descendiente y por apellidos.
Cada vez que la Generalidad de Cataluña y sus hiperfinanciados replicadores de Baleares alardean del éxito de la escola catalana debemos reconocer que no mienten, siempre y cuando midamos sus logros por los objetivos políticos que persiguen y no por los propósitos técnicos, profesionales o académicos de los que carecen.
La lengua y la cultura españolas, en general, y la balear, en particular, son escollos en la propagación de la terapia nacional-catalanista para el fomento del odio identitario a través de la victimización aprendida. La sociolingüística, pseudociencia y desviación totalitaria que pretende lograr la construcción nacional catalana apoyándose en la manipulación de la Historia sobre la que se asienta el esoterismo aldeanista-etnicista, proporciona otra justificación para coaccionar a las familias a la hora de escolarizar a sus hijos.
Se inicia mañana el plazo de matrícula para el próximo curso escolar 2019-2020. Aunque no existe marco normativo en España por el que no se pueda escolarizar a un niño en su lengua materna española en todo el territorio nacional, en Baleares ese derecho lleva décadas conculcado junto al de recibir la enseñanza en mallorquín, menorquín o ibicenco, expresiones emasculadas por el catalán estándar (barcelonés) por el que muchos abuelos de Baleares, al comunicarse, son corregidos por la primera generación de nietos adiestrados en la fórmula fabrista aprendida en las ikastolas baleares.
Según el último informe elaborado por el Instituto de Evaluación y Calidad del Sistema Educativo de las Islas Baleares (IACSE) a partir de los resultados Pisa de 2015, los alumnos de lengua materna española son los claros damnificados del sistema, discriminación programada que no inquieta al consejero de Educación, Martí March, pues no se desvía un milímetro de la emulación retardada del prusés.