domingo, 27 de enero de 2019

Escolarización e ingeniería social (Archipiélago Orwell)

 Carlos Serra Martín

El Mundo, 27 de enero de 2019


     Entre el paroxismo, el delirio y la caja fuerte, el nacional-progresismo balear (de izquierda a derecha) ha logrado transformar el horizonte de la enseñanza en desconsolado velatorio por los derechos y libertades fundamentales de las familias. La escolarización es el anticipo de lo que les espera a padres desprevenidos cuando traspasan por primera vez la empalizada identitaria, oculta tras los formularios de matrícula.


     El bautismo etnicista por el que debe pasar cualquier niño español escolarizado en la enseñanza pública balear pasa por asumir la clandestinidad de su lengua materna (cuando es la lengua común) durante toda su vida académica. La expresión lengua materna hace años que fue sustituida de los impresos de matrícula por la de lengua habitual, eliminando cualquier vestigio afectivo que pudiera invocar sentimientos cruzados con el proyecto hegemonista del nacionalismo importado. Para asegurar el contagio y la fusión con el logos de la comunidad verdadera, la inoculación del virus de la lengua propia (en alusión al catalán estándar) es objetivo prioritario.

     El mecanismo es tan perverso como implacable. Dado que es la escuela pública la que atrapa a las familias y no éstas las que pueden escoger centro (la zonificación obliga a escolarizar por proximidad con el domicilio), el acorralamiento es absoluto, principalmente para aquellos cuyos recursos les limitan a la oferta pública.

     Pero el filo de la cuchilla totalitaria tiene aún más recorrido: desde el pasado curso 2017-2018 matricular a los hijos pasa por aceptar expresamente el proyecto lingüístico del centro que les corresponde por zona, circunstancia que obliga a los padres a transigir con la imposición de la inmersión-eliminación-sustitución lingüística en barcelonés, ante la incertidumbre de no saber a qué escuela acabará Escolarización derivando a sus hijos.

     Para encumbrar este ejercicio de ingeniería social, una artimaña más: mientras a los padres se les exige dar su consentimiento a los Proyectos Lingüísticos de inmersión obligatoria, la mayoría de centros no los publican en sus páginas web, o dificultan su localización o, sencillamente, su redactado no se ajusta o es manifiestamente contraria al marco legal en vigor. La razón es sencilla: los centinelas de la corona catalano-aragonesa (fábula curricular), despojados de todo compromiso con impertinencias legales se niegan, en nombre de la democracia totalitaria, a cumplir la ley, o sea, a incluir la LOMCE (LOGSE actualizada) como referencia obligada, tras años de vender a los crédulos la heroica gesta de su derribo.