lunes, 27 de febrero de 2023

PLIS lamenta la falta de neutralidad ideológica y de sentido institucional del rector de la UIB Jaume Carot y teme la nueva deriva de la UIB al rebufo de las politizadas universidades catalanas


Carot declara, como rector, que le da miedo que, tras las elecciones, gobiernen el PP y VOX.





 

Palma,  27 de febrero de 2023


PLIS lamenta profundamente las declaraciones a un medio de comunicación local de Jaume Carot, rector de la universidad balear, que en una entrevista publicada el pasado fin de semana decía estar “nervioso por un Govern PP-Vox, no sólo por el catalán”. Para PLIS resulta intolerable que la máxima figura de una universidad pública que se sustenta en su práctica dependencia de los fondos del erario autonómico presente unas credenciales tan sectarias y tan poco democráticas al negar “mutatis mutandis” la legitimidad de la única alternativa al tripartito de izquierdas en los próximos comicios autonómicos de mayo. Para PLIS se trata de una muestra más del escaso sentido institucional del que va haciendo gala últimamente el rector Carot cuya cobardía marca de la casa le acerca a los colectivos más extremistas de la política balear. 


En los escasos veinte meses que lleva en el cargo Jaume Carot está sorprendiendo a propios y extraños con unos planteamientos sectarios y extremistas que nos recuerdan al infausto Nadal Batle y que quedan muy lejos de los planteamientos moderados con los que se presentó a las pasadas elecciones a rector y que le permitieron cosechar uno de cada tres votos de la comunidad universitaria.  Con sus declaraciones Carot hace un flaco favor a la universidad que representa al alejarse de más de la mitad del electorado balear que también está contribuyendo fiscalmente al funcionamiento de la universidad balear. Carot no hace sino tirar piedras sobre el tejado de la universidad balear que si de una cosa adolece es que, tras dejarse engatusar por colectivos extremistas como el Departamento de Lingüística Catalana, Sindicatos de Estudiantes dels Països Catalans o Plataforma de la Llengua, ha logrado que muchísimas familias de Baleares prefieran enviar a sus hijos a otras universidades antes que hacerlo en una UIB estigmatizada como catalanista e izquierdista. Aunque estas críticas sean injustas en general, lo cierto es que declaraciones como las de Carot de este fin de semana y, sobre todo, su cobardía y sus ansias de quedar bien con los colectivos más vociferantes y fanáticos al evitar enfrentarse a ellos, no hacen sino alimentar la impresión general de una universidad a la deriva y que camina al rebufo de lo peor de las universidades catalanas, algunas de las cuales, recordemos, han sido severamente reprendidas por el Tribunal Supremo y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por inmiscuirse en asuntos políticos al ponerse al lado del separatismo y rompiendo la neutralidad ideológica que debe regir en organismos sustentados con fondos públicos, máxime en instituciones como las universidades públicas que deben pivotar  sobre un espíritu dialogante, abierto y tolerante gracias al que justifican en  parte su propia existencia.


La deriva ideológica de Carot viene de lejos desde que asumiera el cargo de rector. Carot mintió para “cancelar” la presentación de un libro crítico con el transexualismo, pisoteando la libertad de expresión y la neutralidad ideológica que se le presuponen a una universidad. Carot sigue callando como un muerto ante el minoritario Departamento de Filología Catalana cuando persiste en la mala costumbre de hablar en nombre de toda la universidad, una práctica permanente que se ha venido alimentando gracias al silencio, no sabemos si doloso o deseado, de los rectores que han pasado por el cargo. Carot, en su afán por congraciarse con grupúsculos separatistas, acaba de aprobar un reglamento lingüístico que vulnera claramente la ley de universidades, el reglamento académico de la UIB y el Estatuto de Autonomía al obligar a una parte de los profesores -los que considere cada departamento- a impartir sus clases en catalán, una medida que no coadyuvará precisamente a atraer a estudiantes peninsulares o internacionales, propiciando además la huida a medio plazo de talento docente e investigador.  Carot se abstiene de enviar ninguna brigada para limpiar las pintadas separatistas y comunistas que se adueñan del paisaje del campus. Carot ríe las gracias de grupúsculos separatistas como la Plataforma de la Llengua en sus ansias por denunciar “atropellos” lingüísticos que sólo están en su imaginación.


El rector parece haber elegido un modelo de universidad provinciana, excluyente e ideologizada en lugar de una abierta, tolerante y cosmopolita. Exigimos una rectificación inmediata.